En este bosque singular de cilindros escindidos que han forjado de días las manos de Roxana —y antes sus propios sueños, sus recuerdos, sus aspiraciones—, la escultora revela el efecto que la Tierra Caliente ha tenido en ella, como lo ha tenido también en cada forma vegetal, animal y mineral que asoma en estas columnas cuyos capiteles hurgan el mismo cielo donde reina el sol; su origen, su destino está en el patente misterio de la tierra, que Roxana Cervantes revela a su manera, con el propio lenguaje que busca desentrañar, en busca de todo cuanto ella le permite evocar y sugerir. Cortes y prolongaciones, ensambles y transiciones que muestran la unidad y la diversidad de la Tierra Caliente, de la Tierra en sí. ¿Y qué, sino la tierra?
Raúl Eduardo González