En este conjunto de cerámicas, Roxana Cervantes (Apatzingán, Michoacán) presenta un paisaje urbano conformado por siete edificaciones de gran escala. Las esculturas podrían asemejar torres, rascacielos o estructuras habitacionales con espacios modulares identificables. El despliegue de estas unidades, a manera de cubos, en algunas de estas piezas puede aludir al rampante y descontrolado crecimiento urbano, en parte ocasionado por la migración del campo a la ciudad. Aunque este paisaje se integre por altas torres, su aspecto no es prístino ni conjuga los volúmenes regulares de la arquitectura moderna.
En las piezas de Cervantes lo arquitectónico se conjuga con lo mineral o lo vegetal, remitiendo a ruinas o al abandono. Así, la artista parece ponderar una condición de difícil habitabilidad que está presente en las grandes ciudades por efecto de sus aglomeraciones y consumo desmedido de recursos, así como por sus divisiones físicas y sociales.
Daniel Garza Usabiaga
Director artístico de la XIV Bienal FEMSA